Los refranes son una expresión popular, generalmente corta, que aconseja o enseña alguna lección. La lección o sabiduría extraída de esa expresión viene dada por la experiencia y la observación de lo que sucede a diario en nuestras, y por eso es tan fácil identificarse con ella.
“El refranero viene a ser una especie de radiografía de la sociedad, del espíritu popular, de lo que lleva por dentro”
Amando de Miguel
Los refranes suelen presentarse de manera que rimas, e incluso con una especie de “tonillo musical”, lo que los hace ideales para ejercitar la memoria, ya que estimula diferentes áreas cerebrales:
- El lóbulo temporal, muy relacionado con la memoria.
- El cerebro anterior basal, que tiene un papel importe para relacionar distintos componentes de un determinado recuerdo.
- El lóbulo frontal, que actúan de manera indirecta en la memoria, manteniendo la atención, la codificación y la resolución de problemas.
A diferencia de los proverbios, cuya procedencia tiene origen “externo” (árabe, japonés, chino…), los refranes son algo típico de la cultura hispana y por eso nos es todavía más fácil memorizarlos y recordarlos, ya que son situaciones próximas que quizá incluso hemos experimentado en primera persona, muy relacionado con el aprendizaje y el recuerdo.
Refranes como terapia
Más allá del propio entretenimiento o cultura popular, como hemos mencionado al principio, utilizar el refranero popular estimula diferentes áreas del cerebro, no solamente aquellas directamente relacionadas con la memoria, sino también con las emociones que despiertan esos recuerdos.
Por eso, hay varias maneras de utilizar los refranes como estimulación cognitiva en una sesión de trabajo con personas con Alzheimer:
Acabar el refrán
A la persona se le presenta de manera escrita la primera mitad del refrán y ésta ha de acabarlo.
La actividad puede hacerse de manera oral si la capacidad de escribir representa una dificultad.
Empezar el refrán
A la persona se le presenta el final del refrán, y tiene que recordar el principio.
Este pequeño cambio respecto al ejemplo anterior representa un punto más de dificultad, pues estamos acostumbrados a recordar más en orden. El cambiar el orden de la presentación del refrán es una novedad para la persona y esto logra que el cerebro trabaje de un modo algo diferente, evitando la monotonía.
La actividad se puede hacer de manera oral y/o escrita.
Cambiar el final del refrán
Se presenta el principio del refrán, pero en esta ocasión, la persona tiene que encontrar un final diferente, ya sea con algo inventado o utilizando el final de otro refrán.
Esta actividad logra que la persona haga uso de su imaginación y trabaje más su memoria, ya que ha de encontrar palabras que rimen (o no) con el inicio del refrán y que éste acabe teniendo sentido.
Por ejemplo:
“Quien se fue a Sevilla… se lo pasó de maravilla”
Actualizar los refranes
Se presenta el refrán tradicional y se pide a la persona que lo intente adaptarlo a la realidad actualidad. Aquí, se trabaja la memoria y también la orientación temporal, situando a la persona en la realidad social actual.
Por ejemplo:
“Quien quiera peces, que se moje el culo” vs “Quien quiera peces, que se vaya al Supermercado”
Explicar el origen del refrán
Hay muchos refranes de los que se desconoce su origen, aunque sí lo representan. Por eso, al decir el refrán se puede preguntar a la persona con la que se trabajó, cuál cree que es el origen del refrán, para imaginar o pensar el por qué se dice así.
Jugando con los refranes
En el mercado podemos encontrar herramientas como La Caja del Refranero Popular, un juego para trabajar la memoria, los recuerdos y los sentimientos de la persona mayor, a través de los refranes populares.
En este juego, encontramos los refranes divididos en partes, lo que facilita mucho poder hacer las actividades con ellos y que se puedan utilizar en cualquier momento.